Aquí no hay quien viva, Érase una boda

Los vecinos deciden si aprueban o no una derrama especial para pintar la fachada del edificio.

Cuando Lucía tiene un sueño erótico con Juan Cuesta, los vecinos no tardan mucho en enterarse.

Emilio siente algo por Rocío y los vecinos le presionan para que se acueste con ella.

Los vecinos se apuntan a un campeonato de baloncesto entre comunidades de vecinos para ganar unas vacaciones a Atenas.

Preocupada por una serie de robos, la comunidad de vecinos organiza sus propias patrullas de vigilancia.

Los vecinos organizan un mercadillo para deshacerse del exceso de trastos acumulados en el trastero.

Las cosas se descontrolan después de que una subida de tensión dañe algunos electrodomésticos de los vecinos.

A Emilio le ofrecen un nuevo trabajo como portero en una urbanización de lujo por el doble de su sueldo.

Lucía instala una antena parabólica en su balcón sin consultar antes a la comunidad.

Paloma tiene una crisis existencial y acude a un balneario; Juan actúa siguiendo sus deseos sexuales.

Paloma comienza su mandato como presidenta de la comunidad haciendo algunos cambios extravagantes en el edificio.

Todo está listo para la boda de Emilio y Rocío, excepto la dudosa fidelidad de Emilio.

La boda de Emilio y Rocío está a punto de comenzar con todos los vecinos presentes.